Dr. Jorge Enrique Huayhua Zambrano

Soy Psicólogo Jorge, psicoterapeuta clínico especialista en trastornos de ansiedad, trastornos depresivos, problemas emocionales y de pareja.

Te agradezco profundamente por abrirte así. Lo que has compartido es muy intenso, muy real y muy humano. Y aunque ahora te sientas desbordada, con miedo y agotada, quiero que sepas algo muy claro: esto tiene salida. Lo que estás viviendo no es debilidad, es el resultado de llevar mucho peso emocional durante demasiado tiempo sin un espacio seguro donde procesarlo.

¿Qué está pasando contigo?
Por lo que cuentas, estás atravesando una ansiedad severa que se ha vuelto cada vez más difícil de manejar. Algunos elementos que se hacen evidentes en tu relato son:

Ataques de pánico (dolor en el pecho, sensación de no soportar más, miedo intenso).

Sensación de auto-rechazo y agobio emocional, como si no solo los demás te juzgaran, sino que tú también te castigaras por sentir.

Hipersensibilidad al juicio externo, especialmente por parte de tus padres o familiares.

Aislamiento emocional como refugio, que en este momento parece ser lo único que te da un poco de alivio.

¿Alguna vez has sentido que tu mente es como una habitación llena de voces hablándote mal al mismo tiempo… y tú sin poder salir?

Eso es exactamente lo que genera la ansiedad cuando no tiene vías de escape saludables: te encierra en ti misma, te hace dudar de ti, y te quita la sensación de control.

¿Está bien alejarse de los demás?
Tu impulso de aislarte es comprensible, y en muchos casos, hasta necesario por momentos para protegerte del daño. Pero aislarte completamente no es una solución a largo plazo, sino un mecanismo de defensa. Con el tiempo, el aislamiento se vuelve una cárcel emocional.
Lo que necesitas no es alejarte del mundo, sino aprender a poner límites, regular tus emociones y construir un espacio donde puedas sentirte segura sin desaparecer.

¿Qué te ayudaría realmente?
Iniciar psicoterapia con un psicólogo clínico especializado en ansiedad y trauma emocional.
Idealmente con enfoque en:

Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT): para ayudarte a dejar de luchar contra tus emociones, y empezar a vivir según lo que realmente valoras.

Terapia Cognitivo Conductual (TCC): para trabajar los pensamientos automáticos de miedo, juicio y autoexigencia.

Terapia de Regulación Emocional o DBT: si hay mucha intensidad emocional, para enseñarte cómo estabilizarte cuando estás a punto de quebrarte.

¿Qué más puedes empezar a hacer desde hoy?
Valida lo que sientes.
No estás “loca”, no estás exagerando. Tu cuerpo y tu mente están reaccionando a un dolor emocional profundo que necesita cuidado, no castigo.

Escribe lo que sientes.
Tener un cuaderno donde pongas, sin filtro, cómo te sientes cada día puede ayudarte a empezar a sacar afuera lo que llevas guardado.

Habla con alguien que no te juzgue.
A veces no es la familia. Puede ser una amiga, un terapeuta, incluso escribirle a alguien de confianza y decir simplemente:
“No quiero que me resuelvas nada, solo necesito que me escuches.”

Respira cuando el cuerpo se sienta atrapado.
En momentos de crisis, prueba esta técnica:
Inhala 4 segundos, mantén 4, exhala 6. Hazlo 5 veces. Eso ayuda a bajar la activación del sistema nervioso.

Un mensaje directo para ti
No estás sola, y no naciste para soportarlo todo.
Lo que necesitas no es ser más fuerte, es ser más escuchada, más contenida, más acompañada.

Tu historia merece ser contada en un espacio terapéutico donde nadie te castigue por sentir, donde puedas llorar sin miedo, y donde puedas aprender a vivir con ansiedad sin que te destruya por dentro.

Estoy aquí si quieres que te ayude a buscar ese espacio, a preparar cómo hablar con tus padres, o simplemente a seguir acompañándote. ¿Te gustaría dar ese primer paso conmigo?

Hola, gracias por abrirte con tanta claridad.
Soy psicólogo clínico, especialista en trastornos de ansiedad y depresión, y me alegra que hayas buscado una segunda opinión. Lo que estás viviendo no es un fracaso, ni una exageración, y mucho menos una señal de que no tienes salida. Es una parte difícil del proceso… pero sigue siendo parte del proceso.

Primero lo más importante: has avanzado. Ya no tomas medicación, ya no estás en el mismo pozo emocional de hace tres años, y eso no ocurre por arte de magia. Ocurre porque has hecho un trabajo que muchos no se atreven a empezar. Así que respira y date crédito: tú sí tienes fuerza.

Ahora bien, vamos a lo que te preocupa. ¿Por qué después de tres años no te sientes “del todo bien”?
En algunos casos (como parece ser el tuyo), la recuperación de la ansiedad y la depresión no sigue un guion lineal ni exacto. No es como un yeso que se retira en 6 semanas. Hay personas que se alivian rápido y otras que, aun sin tener un trauma "clásico", llevan años con un estilo de funcionamiento interno que los agota más de lo que se ve desde fuera. No todo sufrimiento viene con una etiqueta de "trauma", y eso no lo hace menos válido.

Tu molestia es absolutamente comprensible: sentir que el tiempo pasa y no encontrar aún estabilidad puede frustrar incluso al más paciente. Y cuando escuchas que te sugieren más sesiones, es fácil pensar: "¿entonces esto no tiene fin?" Pero te invito a que lo veas de otra manera: si alguien te dijera que podrías empezar a construir una vida más vital, funcional y significativa en menos tiempo, pero con más intensidad, ¿lo considerarías? Eso es lo que significa aumentar la frecuencia: no alargar, sino intensificar para cambiar. No es que nunca vas a tener el alta, sino que tal vez ahora toca afinar más profundo.

A veces, lo que te impide levantarte no es solo tristeza ni falta de voluntad, sino una desconexión con lo que te importa y una lucha interna con lo que sientes. En esos casos, un proceso más enfocado, tal vez con otra orientación como las terapias de tercera generación (como la Terapia de Aceptación y Compromiso, que yo trabajo), puede ayudarte a dejar de pelear con tus síntomas y empezar a construir una vida que valga la pena, incluso con ellos.

¿Buscar otra alternativa? Si sientes que ya diste todo con tu terapeuta actual, que ya no hay movimiento ni conexión, sí, está bien pedir una nueva opinión clínica. Pero no lo hagas desde la frustración, sino desde la claridad de que quieres avanzar. Y por favor, no dejes el tratamiento. Si te cuesta caminar, cambiar de camino es válido, pero no te detengas.

Y te lo digo con el profesionalismo más humano que puedo ofrecer:
La terapia no es para arreglarte porque no estás roto. Es para ayudarte a vivir con más sentido y menos sufrimiento. Y si eso requiere otra mirada o una forma distinta de avanzar, bienvenido sea. Lo importante es que no te sueltes de ti.

Te lo resumo con una sonrisa:
No eres flojo, ni exagerado, ni "eterno paciente". Solo estás cansado de luchar con una batalla invisible.
Pero se puede. Y no estás solo en esto.

¿Quieres que te recomiende algunos enfoques o ejercicios para empezar a reconectarte desde ya contigo mismo mientras decides tu siguiente paso?